24 ago 2011

Capítulo 11

Michael dió un respingo al oir a alguien aporreando con fuerza la puerta de la cabaña. Se sintió como si le hubieran vertido un cubo de agua helada por la cabeza. Seguramente venían a detenerlo. No tenía escapatoria. Meditó unos segundos y abrió la puerta rápidamente temiéndose lo peor. Se topó con Amy que lo miraba con furia y con los brazos cruzados. Michael miró a ambos lados de ella y se sintió aliviado al comprobar que venía sola.
-Tú y yo tenemos que hablar- dijo ella con la voz ahogada debido al disgusto y olvidando las formalidades.
Michael la dejó pasar y la invitó a que se sentara en una de las sillas, preguntándose cuál sería el motivo de su enfado.
-¿Quieres comer algo?- dijo él mostrándole un frutero con algunas frutas recogidas del bosque.
-No- dijo ella bruscamente- Podrían estar envenenadas.
Michael la miró herido.
-Hemos encontrado un arma de fuego en tu despacho, es del mismo calibre que el arma homicida- dijo ella rápidamente antes de que él pudiera hablar- Qué extraordinaria coincidencia.
-¿Qué?- dijo Michael atónito- ¿Has estado en mi casa?
-Todavía no sabemos si es el arma que disparó contra Nicholas Corozzo- Dijo ella ignorándolo- Pero créeme, será mejor que confieses porque lo averiguaremos.
Michael la miró estupefacto.
-Sólo tengo un revolver y desde luego no es el que habéis encontrado- dijo él sacando el mismo del bolsillo y dejándola caer sobre la mesa, haciéndo bastante ruido- Éste es el arma que tenía el día del crimen. La otra no me pertenece.
Amy lo miró escéptica y observó el arma. No era del mismo calibre que el arma homicida.
-¿Podrías explicarme como ha llegado la otra pistola a tu despacho entonces?
-No, no tengo ni idea de cómo ha llegado allí, pero te aseguro que no es mía.
-¿Debería creerte?- dijo ella desafiante sacando la libreta con los ingresos de Michael y tirándola en dirección a él.
Michael la cogió al vuelo y la observó. Se pasó la mano por la frente preocupado.
-Sé que esto tiene que ver con lo que ha pasado- dijo abrumado.
-Desde luego- dijo ella impaciente- Corozzo era un mafioso de los gordos. Espero que eso te refresque un poco la memoria.
Michael la miró con los ojos abiertos como platos. Iba a decir algo, pero Amy lo interrumpió enseguida.
-¿Cómo perdiste la memoria?- siguió ella cambiando de tema.
-No lo sé, creo que me caí y me golpeé la cabeza- respondió él nervioso.
-¡No es ese el motivo!- dijo ella bruscamente haciendo que Michael diera un respingo- El miedo, el remordimiento, el deseo de olvidar, han podido hacerte perder la memoria y...
Se detuvo al percatarse de que Michael estaba llorando. No, no estaba dispuesta a dejarse manipular otra vez por un muy posible asesino. Desvió la mirada enseguida y dijo despacio:
-Lo siento Jackson, me temo que tendrás que acompañarme a comisaría...
-Me lo prometiste- dijo él sollozando.
-Tú me prometiste que no huirías de la ley, y sin embargo, parece que era justo lo que ibas a hacer- dijo ella señalando los cajones de la cómoda abiertos y vacíos, así como su mochila cargada de ropa- de todas formas la prensa debe de saber algo a estas alturas, después de haber conseguido la orden de registro...
Michael no dijo nada. Se calmó un poco y la miró inexpresivo. Amy lo miró apenada, parecía tan frágil que no se atrevía a decir ni hacer nada por si se rompía.
-Dame otra oportunidad- dijo él en un susurro- te demostraré que soy inocente. Lo sé, algo en mi interior me dice que lo soy.
Amy lo miró impaciente, estaba tan cansada de ese asunto. Sería tan fácil llamar a Miller o al inspector y pedir refuerzos. Pero no podía. No sabía por qué, simplemente era incapaz.
-Está bien- dijo casi inconscientemente.
Michael se secó las lágrimas con sus largos dedos e intentó sonreir. Amy lo miró abrumada, no lograba comprender por qué tenía ese control sobre ella. Quizás se sentía demasiado agradecida por haberle salvado la vida. Se levantó de la silla y se dirigió a la puerta seguida por Michael.
-Si recuerdas o descubres algo, llámame- dijo ella tendiéndole una tarjeta con la mano temblorosa.
-Gracias- dijo él mientras aguantaba la puerta mirándola fijamente. Sin siquiera mirar la tarjeta se la metió en el bolsillo del pantalón. Amy se paró y lo miró asustada.
-Tienes mucho que agradecerme- dijo firmemente pese al miedo que reflejaba su rostro.
-Lo sé- dijo él sonriendo levemente. Se inclinó un poco hacia Amy y le beso suavemente en la mejilla. Amy se estremeció y se alejó bruscamente de él, más asustada todavía. ¿Podía ser un asesino tan dulce? La respuesta era sí. Después de todo, los asesinos siempre saben ser amables con sus víctimas.
-Lo siento- dijo él inmediatamente y visiblemente decepcionado ante la negatividad en la reacción de Amy.
-Tengo que irme- dijo ella con voz temblorosa evitando su mirada y alejándose para marcharse. Michael la agarró del brazo encontrándose con su mirada.
-No tienes por qué tenerme miedo- dijo mirándola a los ojos- No te haría daño.
-No tengo miedo- mintió ella liberandose de Michael.
-Estás aterrada- dijo él tristemente- Lo veo en tus ojos.
Sus palabras no sirvieron para calmar a Amy, de hecho la incomodaron aun más.
-Estoy bien, quiero irme a casa- dijo ella en un susurro.
Michael asintió y observó como ella se alejaba y se perdia entre los árboles.

Amy cruzó el ya oscuro bosque y regresó a su vehículo, para arrancar y finalmente desaparecer del lugar. Condujo hasta su casa y miró su reloj de pulsera una vez hubo aparcado. Eran las siete y media, Miller pasaría a recogerla media hora después. Debería darse prisa y arreglarse un poco, aunque la idea de ir a cenar con él a cualquier sitio le daba dolor de estómago. Se dió una ducha rápida que le sirvió para relajarse un poco y después se maquilló, aunque no demasiado. Quizás no le vendría mal divertirse un poco, aunque fuera con Miller. Se puso unos vaqueros y la primera camisa que encontró en el armario justo cuando sonó el timbre. Abrió la puerta y se encontró a Miller vestido con un elegante traje y llevando una rosa en sus manos. La miró de arriba a abajo y dijo:
-Vaya, preciosa, esperaba que te pusieras algo más elegante en nuestra primera cita- dijo despreocupadamente.
Amy no estaba dispuesta a enfadarse más, sólo quería relajarse y olvidarse de Michael por un momento. Se sentía como en una pesadilla de la que deseaba despertar. Ciertamente los típicos comentarios por parte de Miller que normalmente la sacaban de quicio, le parecían gratificantes en esos momentos. La hacían escapar de aquel surrealista asunto.
-Si quieres puedo cambiarme- dijo ella en tono cansado. Realmente estaba exausta.
-No, no, era una broma - dijo él rápidamente, aunque claramente lo había dicho con la intención de que no volviera a ocurrir.
-Por cierto, esto no es una cita- dijo ella mientras se ponía una rebeca negra con cierta dificultad a causa de su brazo escayolado y cerraba la puerta tras de sí.
-Claro, como quieras- dijo él entregándole la flor.
-Vaya, gracias- dijo ella algo incómoda- No tenías que haberte molestado.
-Es un placer- dijo él guiñándole un ojo.
Amy forzó una sonrisa y subió al elegante Rolls Royce de Miller. Se sentía fuera de lugar junto a él. Él era elegante, olía a perfume caro y tenía un coche de ensueño. Ella en cambio ella sencilla y no se permitía tales lujos. No hablaron mucho durante el trayecto hacia el restaurante.
Amy bajó del coche mirando la entrada del restaurante con el ceño fruncido.
-¿No te gusta?
-No, no es eso- dijo ella sonrojándose- Es solo que nunca he cenado en un restaurante tan ostentoso.
Miller sonrió satisfecho.
-¿Cómo puedes permitirte estos lujos?- dijo ella señalando el vehículo- Tienes el mismo puesto de trabajo que yo, y sé que no podría comprar un coche así ni en mil años.
-Mi padre es dueño de una prestigiosa empresa- dijo él sonriendo y tomándola del brazo- Puedo permitirme esto y más, siempre y cuando él siga siendo tan generoso.
Ambos entraron en el local. Amy quedó maravillada, nunca había estado en un restaurante tan caro y lujoso. Se sintió fuera de lugar, todas las personas allí vestían sus mejores galas, ella en cambio vestía con ropa tan casual que no pasaba desapercibida. Una mujer con aspecto de estrella de cine la miró burlona para después decirle algo a otra chica en el oido. Amy miró incómoda a Miller que hablaba con el dueño del restaurante. Este les indicó cual era la mesa que tenían reservada y después de darles las gracias desapareció tras la puerta de la cocina. Amy tomó asiento y volvió a mirar a su alrededor con nerviosismo mientras que Miller ojeaba la carta.
-¿Estás bien?- dijo levantando los ojos de la misma.
Amy iba a contestar pero en ese momento llegó un camarero a tomar nota. Amy abrió la boca para pedir lo suyo, pero Miller se le adelantó y empezó a nombrar comidas que ella jamás había oído. El camarero apuntó todo rapidamente y cuando hubo terminado se alejó caminando excesivamente erguido. Amy miró a Miller con el ceño fruncido, pero optó por no decir nada.
-Bueno ¿No me vas a contar nada de ti?- dijo Miller observándola con su habitual calma.
-No hay mucho que contar.
-Siempre hay algo.
Amy sonrió ligeramente.
-Nací en Nueva York, pero me crié en Nebraska. Mis padres querían que me dedicara al negocio familiar, tenían una tienda de antigüedades. Pero yo quería estudiar. Vine aquí a probar suerte- dijo con un tono nostálgico en su voz- Sinceramente esperaba convertirme en una estrella del espectáculo o algo por el estilo.
Se rió un poco y observó como el camarero se acercaba y dejaba unas copas de vino en la mesa. Amy miró su copa desilusionada. Miller dió un sorbo a la suya.
-Era más jóven e ingenua, supongo que nunca me hubiera visto a mi misma como agente federal- siguió ella.
Miller asintió y sonrió. Hubo un silencio durante algunos minutos.
-Ahora eres tú el que debería contarme algo- dijo Amy llevandose la copa a los labios y dando un pequeño sorbo. No sentía mucho aprecio por las bebidas alcohólicas.
-Tampoco hay mucho que contar- dijo Miller con una sonrisa nerviosa.
-Inténtalo, siempre hay algo- dijo ella arqueando las cejas.
Miller abrió la boca para decir algo pero se detuvo al escuchar el tono de llamada de su teléfono móvil. Se disculpó y se levanto de su silla dirigiéndose al baño. Amy lo miró alejarse extrañada.
Al cabo de un rato, el camarero se acercó a la mesa llevando una gran bandeja con platos de comida. Amy miró asqueada los platos que eran enormes en comparación con la mísera cantidad de comida que había en ellos. El camarero volvió a alejarse con sus distinguidos andares dejando a Amy esperando a que Miller saliera del servicio. Tardaba mucho y la comida estaba prácticamente fría, así que simplemente se levantó y se dirigió al cuarto de baño. Llegó ante la puerta decorada con un cartel que rezaba "caballeros". Escuchaba vagamente a Miller hablando por el teléfono, ciertamente sentía curiosidad ¿Por qué no podía hablar tranquilamente por teléfono en la mesa, delante de ella?
En ese momento se abrió la puerta del baño y Miller casi se choca con Amy. La miró sorprendido, como si acabara de ver un fantasma.
-¿Llevas mucho rato ahí?- dijo él con la boca abierta.
-No, acabo de venir, como tardabas tanto...-dijo ella rápidamente.
-¿Has escuchado algo?- dijo él nervioso.
-No, nada, no me gusta inmiscuirme en los asuntos que no me conciernen, solo quería saber si estabas bien.
Miller sonrió desechando su nerviosismo y le pasó el brazo por el hombre guiándola hacia la mesa.
-No pasa nada, todo va bien, quizás en otro momento te lo cuente. Ahora tengo que irme a atender un asunto importante, problemas familiares.
-Pero si ni siquiera hemos cenado y te ha tenido que costar un ojo de la cara esa cosa a la que llaman comida.
-Lo siento mucho Amy, esto no puede esperar, te lo compensaré- dijo Miller y a continuación guiñó un ojo- Te llevaré a casa.
Amy no sabía muy bien a qué se refería. Asintió nerviosa, le sabía mal que Miller gastará ese dinero en ella inútilmente, pero por otra parte se sentía aliviada de volver a casa. Una vez allí, bajo del vehículo rapidamente, se despidió de Miller con la mano y entró en casa.

Después de un rato viendo la televisión, se puso el pijama y se acostó. Quería dormir, pero no podía conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en el lío en el que estaba metida. Tenía tanto miedo y estaba tan confundida...
El estridente sonido del teléfono la sobresaltó y la sacó de sus pensamientos. Encendió la luz y descolgó el auricular.
-¿Diga?
La voz de Michael al otro lado del auricular la sorprendio.
-Soy Michael- dijo jadeando.
-Es muy tarde- dijo ella molesta- ¿Estás bien?
-No, no lo estoy- dijo él bruscamente- Todo va mal, ¿Podrías venir?
-¿Qué pasa?- dijo ella temerosa.
-Han intentado matarme.

3 comentarios:

  1. que tramara Miller? ¬¬ no me gusta un pelo ese chico y... QUE HAN INTENTADO QUE, A MICHAEL??!!! D':
    me encanto el cap. *-* subid pronto! :)

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  2. O_o michael!!!
    OH DIOS MIO!!!
    eso mismo digo yo, k tramara miller
    odio a esos tipos como miller
    ¬¬ pijo

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