26 jul 2011

Capítulo 5

Michael corrió rápidamente sendero abajo sin atreverse a mirar atrás. ¿Estaba haciendo lo correcto? Cuando estuvo lo suficientemente alejado, paró un poco para coger aliento. El sol empezaba a esconderse, debía darse prisa, en la oscuridad de la noche no creía ser capaz de encontrar la casita en el bosque.
Tras caminar un rato llegó a una extensa carretera. Se cercioró de que no pasaba ningún vehículo y se dispuso a cruzar. Justo cuando pasaba por el centro de la calzada, un coche negro apareció de pronto dirigiéndose a toda velocidad a donde se encontraba Michael. Hubiera sido atropellado de no ser porque se apartó rápidamente, provocando su propia caída al asfalto. Se raspó las manos y se hizo daño en la rodilla, pero nada grave. Se dispuso a levantarse del suelo, maldiciendo su suerte, cuando se percató de que aquel automóvil había dado la vuelta y se dirigía de nuevo hacia él. Michael asustado, saltó fuera de la carretera para esquivar el coche. Sin mirar atrás corrió a toda velocidad y se perdió entre los árboles del bosque.

Bill regresó nervioso al despacho de Michael. Los agentes lo miraron, Amy impacientemente y Miller molesto.
-¿Y bien?- preguntó Amy que empezaba a ponerse nerviosa.
-Bueno... parece ser que el señor Jackson ha salido- dijo Bill temeroso de la reacción de los agentes.
Ambos agentes se miraron sorprendidos.
-Dígale al señor Jackson cuando vuelva que acaba de convertirse en el principal sospechoso del asesinato de Nicholas Corozzo- dijo Miller dándose aires de grandeza.
Bill abrió los ojos debido a la sorpresa. Amy le dio un codazo a Miller y lo miró con el ceño fruncido.
-Dígale que volveremos mañana para interrogarle- dijo Amy molesta.
-De acuerdo, los acompañaré a la salida- dijo Bill algo turbado.
Los dos agentes se levantaron y siguieron a Bill Bray. Una vez fuera de la propiedad, se dirigieron al coche de la policía que habían aparcado cerca de allí.
-Interesante- declaró Miller una vez que ambos estaban sentados en los asientos delanteros del coche.
-Bueno, no debemos precipitarnos- dijo Amy mirándolo de reojo- Mañana volveremos a ver qué logramos sonsacarle.

Michael se apresuró a entrar en la casa, cerró la puerta tras de sí y puso algunos muebles bloqueando la entrada. Estaba realmente asustado. Claramente la persona que conducía aquel automóvil había intentado matarle ¿Qué significaba todo aquello?
Después de mirar durante un rato a través de una ventana y asegurarse de que nadie lo había seguido, decidió examinar la casa con más detenimiento. El interior era tan pequeño que no había mucho en donde mirar. Descubrió dos llaves, en una pequeña cómoda al lado del  estropeado sofá. Supuso que alguna sería la que abría y cerraba la puerta de entrada, lo que lo dejó más tranquilo. También encontró una linterna, varias pilas y un algunos cuantos caramelos derretidos y en mal estado.
Salió al exterior y descubrió en la parte de atrás de la casa un generador eléctrico bastante deteriorado. Después de examinarlo durante un rato, consiguió activarlo. En una esquina del terreno de tierra, había una enorme trampilla de madera. Comprobó que una de las llaves encajaba en la cerradura y se apresuró en abrir la trampilla. Dentro estaba muy oscuro y olía a humedad. Tanteó la pared hasta dar con un interruptor. Se hizo la luz. Bajó unos cuantos escalones de manera que crujieron estruendosamente bajo sus mocasines y examinó la sala. La mitad de la estancia estaba ocupada por un enorme depósito de agua. Estaba claro que la casa tenía suministro de energía eléctrica y agua individual. No había mucho más en aquella estancia, algunos estantes repletos de herramientas y utensilios que no necesitaba de momento.
Salió y volvió a cerrar la trampilla. Después de echar un vistazo alrededor y comprobar que no había nadie por allí, entró en la casa y cerró la puerta con llave.

24 jul 2011

Capítulo 4

Michael se sentó en el lateral de su cama apartando algunos cojines que la cubrían casi por completo. Se tapó la cara con las manos para luego pasárselas entre el pelo mientras que resoplaba. Se echó hacia atrás y se tumbó. Volvió a levantarse para abrir la ventana y dejar que un poco de aire fresco le diera en la cara. Estaba inquieto.
-Problemas económicos...- Se dijo para si mismo varias veces intentando recordar. - Esa es la clave... Tengo que saber de qué va todo esto.

-¿Michael Jackson?- Dijo Amy muy sorprendida.
-¿Cómo?- Preguntó Miller acercándose y poniéndose detrás de ella.
-Mira -Dijo entregándole el informe.
-Joder... ¿Interrogar a Michael Jackson? Esto tiene que ser una broma.
-Sea o no sea cierto tenemos que ir a interrogarle.Vamos, quiero terminar pronto con este caso, no creo que aguante mucho tiempo trabajando contigo.
-¿Por qué lo dices tan convencida?
-¿Tú qué crees?- dijo ella poniendo los ojos en blanco- Vamos, cojamos el coche y acabemos con esto.

Bill llamó a la puerta del dormitorio de Michael.
-Michael, soy yo, ¿puedo pasar?
-Sí -Respondió Michael secamente.
Bill abrió la puerta con lentitud y buscó a Michael con la mirada en la habitación. Lo encontró andando de un lado a otro, con los brazos cruzados. Por la expresión de su cara, pudo deducir que estaba enfadado por algo.
-Michael, en el portón principal hay dos agentes de policía.
Michael paró en seco, levantó la vista y miró a Bill con cara de espanto.
-¿Policías? No puede ser...-Dijo Michael asustado. Los pensamientos volvieron a amontonarse en su cabeza.
-¿Pasa algo?
-No, no... Nada. ¿Y has ido a atenderlos? ¿Sabes lo que quieren?
-No, simplemente he venido para avisarte y saber si debo hablar con ellos o si quieres ir tú a recibirles.
Michael se quedó un rato pensando.
-Sal y pregúntales qué quieren. Y antes de abrirles para que pasen, si quieren algo conmigo, vuelve a decirme lo que es. Bajo ningún concepto les dejes pasar sin que yo te lo diga, ¿entendido?
-Sí Michael. Pero... ¿estás seguro de que no te pasa nada?
-¡No! ¡No me pasa nada, joder!- dijo Michael impaciente.
-De acuerdo, voy a ver lo que quieren- añadió Bill algo molesto.
Bill salió de la habitación cerrando la puerta a su espalda. Michael empezó a andar de un lado a otro, desesperado. De repente, una lucecita se encendió en su cabeza. Tenía que salir de allí. Esos policías sabían que había sido él. Solo podía escapar por la parte de atrás de la casa, y nadie se podía enterar. Ni siquiera Bill. Abrió con manos temblorosas el primer cajón de una cómoda de madera de roble, donde guardaba su ropa interior, y sacó el revólver con el que mató a ese hombre. Lo arrojó encima de la cama y comenzó a meter toda la ropa que podía en una mochila.

Amy resopló y se apoyó en uno de los barrotes del portón.
-Tengo calor, y no entiendo por qué demonios tardan tanto en salir. ¿Tan difícil es abrirnos y dejarnos entrar?- Se quejó Miller mientras que se sentaba en una gran piedra decorativa que había en el lugar.
-Mira, ya estoy lo suficientemente harta de estar aquí como para encima tener que soportarte a ti quejándote. Así que cierra la boca.- Dijo Amy sin ni siquiera mirarle.
-Señora sí, señora.- Bromeó poniéndose la mano en la frente.
-Idiota...
-Estás muy guapa cuando te enfadas.
Amy iba a decir algo pero se detuvo al divisar a un señor que se acercaba. Miller se levantó y se sacudió el uniforme. Amy se aclaró la voz.
-¡Por fin! Ya me estaba hartando...-Dijo Miller.
-Cállate. Aunque no lo seas, intenta parecer un profesional, por lo menos cuando trabajes conmigo.
Miller carraspeó sonoramente y decidió no responder ante aquel comentario. Bill Bray llegó ante la puerta y la abrió con un manojo de llaves que llevaba.
-Buenos días. Bill Bray, guardaespaldas del señor Jackson.- Se presentó mientras extendía la mano hacia Amy.
-Buenos días. Somos la agente Cohen y mi compañero, el agente Miller, de la policía.- dijo Amy estrechándole la mano.
-Encantado, agentes. ¿Vienen por algo en especial?
-Pues sí, venimos a interrogar al señor Jackson. Hemos recibido información de un testigo que dice haberlo visto en la escena de un crimen.
-¿A Michael? Bueno, supongo que tienen que cumplir con su trabajo. Voy a avisarle, quédense aquí, por favor. Tengo órdenes de no dejar pasar a nadie ajeno a la familia.
-Sí, esperaremos aquí.- Dijo Miller.
Bill se fue de camino a la casa principal otra vez.
-Bueno, otra vez solos, muñeca- Dijo Miller acercándose a Amy.
-¡Vete al infierno!- Respondió Amy alejándose del policía con ganas de darle un guantazo.

Michael lo preparó todo. Se puso una camisa blanca y unos pantalones negros, acompañados por una chaqueta del mismo color. Cogió un sombrero del perchero situado detrás de la puerta, y se puso las gafas de sol que tenía encima de la mesita de noche. Estaba revisando la mochila para asegurarse de que no le faltaba nada cuando escuchó pasos que se aproximaban a su habitación. Michael palideció. Salió corriendo en dirección a la cama y metió el revólver debajo de esta. Justo a tiempo.
-Michael, soy yo- dijo Bill abriendo la puerta de pronto.
-Te tengo dicho que avises antes de entrar- dijo Michael nervioso.
- Claro, discúlpame .- Dijo mientras miraba alternativamente a Michael y a la mochila que estaba preparando- ¿Vas a alguna parte?
-Eh... No- dudó Michael- Sólo estoy... guardando algunas cosas en esta mochila.
Inmediatamente se dio cuenta de lo estúpido que había sonado eso y empezó a temerse la reacción de Bill.
- Michael, los policías han venido para interrogarte.- dijo Bill pasándolo por alto- Al parecer, algún graciosillo les ha dicho que te ha visto salir de la escena de un crimen. No creo que tarden mucho en irse, pero deberías atenderlos.
A Michael se le vino el mundo encima. Le habían visto. Lo sabía.
-Vale, claro, les atenderé. Pero quiero que les acompañes en persona hasta mi despacho. Iré en diez minutos.
-Sí, Michael.
Bill se fue y cerró la puerta. Michael se tiró al suelo rápidamente y se estiró debajo de la cama para alcazar el arma. La cogió y se la metió en un bolsillo interior de la chaqueta. Esperó un poco para asegurarse de que Bill ya se había ido y abrió la puerta de la habitación. Miró a ambos lados para comprobar que no hubiera nadie que le pudiera ver. Así era. No tardó en salir por la puerta trasera de la casa. Los agentes ya no se encontraban en la entrada, por lo que supuso que Bill ya los había conducido al despacho. Tenía muy claro a donde se dirigía. Allí no le encontraría nadie.

Los agentes esperaban pacientemente a que Michael apareciera. Pero no lo hizo. Pasaron veinte minutos, y Bill empezó a preocuparse, puesto que lo agentes se impacientaban. Decidió buscar a Michael. Estuvo en todas las habitaciones de la casa, y también en el jardín. No lo encontró. Michael se había ido.

22 jul 2011

Capítulo 3

Michael despertó con los huesos entumecidos a causa de haber estado durmiedo en el suelo. El sol estaba saliendo. Miró su reloj de pulsera, eran las seis y cuarto. Seguía sin recordar, sin embargo sentía que era hora de regresar a casa y continuar con su vida.
Abandonó la casita y dio gracias a Dios por el clima templado que había en California durante el día. Anduvo por el bosque durante algún tiempo, no conocía la zona y se preguntaba cómo encontraría su casa. Al cabo de un rato salió a una carretera que le resultaba familiar. No estaba muy lejos de Neverland.
Tras un buen rato de caminata que a Michael se le hizo eterno, llegó ante el enverjado de su hogar. Cruzó la entrada rapidamente y atravesó los extensos jardines. No se sentía reconfortado y tranquilo como solía cada vez que recorría su propiedad. Tenía miedo, estaba inquieto. Volvía a tener esa sensación de no estar solo, de que alguien lo observaba. Miró hacia atrás, y a lo lejos, en la enorme puerta de entrada, localizó la silueta de un hombre que lo miraba a través de la verja. No lo distinguía bien debido a la distancia, sin embargo el corazón le dio un vuelco. Aligeró el paso y se apresuró a entrar en casa. Cuando volvió a mirar atrás, el hombre había desaparecido.
Nada más entrar se encontró con Bill Bray, su guardaespaldas, en el vestíbulo.
-Buenos días Michael- dijo éste.
-Deberías echar un vistazo ahí fuera- dijo Michael casi sin mirarlo, absorto en sus pensamientos, mientras se dirigía hacia las escaleras- He visto a un hombre extraño mirando a través de la puerta de entrada.
-Desde luego- dijo Bill Bray extrañado- ¿No has pasado aquí la noche?
Michael se detuvo, pero sin darse la vuelta.
-No- contestó bruscamente- He estado... pensando.
-¿Pensando? Sé que lo estás pasando mal con esos... problemas económicos y...
-¡¿Problemas económicos?!- exclamó Michael dándose la vuelta repentinamente y visiblemente asombrado. Acababa de encenderse una luz en su mente.
-Lo siento, quizás no debería inmiscuirme en asuntos ajenos- Se disculpó el guardaespaldas.
Michael lo miró boquiabierto. Empezaba a recordar algo.
-No, no te preocupes- dijo Michael intentando disimular su asombro- ¿Sabes cómo podría solucionar esos problemas?
-Me has preguntado eso algunas veces, no lo sé. Pero creía que tú tenías una idea- respondió Bray con el ceño fruncido.
-Ah, claro, esa idea...- dijo Michael sin saber realmente de qué hablaba- Gracias Bill, me has ayudado mucho.
Bray lo miró con el entrecejo fruncido, confuso. A continuación, Michael subió las escaleras a toda velocidad y cerró la puerta de su habitación dando un portazo.


La potente voz del inspector Carpenter hizo que Amy diera un respingo.
-¡Cohen, nuevo caso para ti y Miller!- dijo dejando una carpeta marrón sobre el escritorio de Amy.
Amy suspiró, la cogió y comenzó a ojearla mientras el inspector, un hombre que superaba los cincuenta años y que tenía un poblado bigote, continuaba hablando:
-Nicholas Corozzo, hombre blanco de mediana edad, causa de la muerte, herida con un arma de fuego...
-¿Nicholas Corozzo?- dijo Amy arqueándo las cejas- Tenía montones de antecedentes penales ¿Seguro que es una víctima?
-Sí, juraría que estaba relacionado con la mafia- respondió el inspector con aire de superioridad- Sin embargo, quiero objetividad en este caso.
Amy asintió.
-Esta mañana Miller ha interrogado a un testigo, su declaración es bastante... extraña -siguió el inspector divertido-  Sin embargo la tendremos en cuenta en la investigación. Prácticamente es la única pista que tenemos.
Amy frunció el ceño y extrajo un folio de la carpeta.
-¿Es este el informe del interrogatorio?
-Exacto- afirmó el inspector Carpenter- Tienes toda la información referente al caso en la carpeta. Miller y tú deberíais interrogar hoy mismo al... sospechoso.
El inspector soltó una risita que sorprendió a Amy y se alejó con paso firme.
Amy se echó sobre el respaldo de su silla y se pasó las manos por el cabello negro. Estaba hasta arriba de trabajo, además trabajar con Dave Miller siempre la irritaba.
La voz irritante de Miller sonó a su lado:
-Eh, Amy, parece que nos han asignado el mismo caso- dijo con una sonrisa pícara.
Amy le dirigió una mirada inquisitiva.
-¿Vas a dejar algún día de tirarme los tejos?- preguntó malhumorada.
Miller era el típico hombre guaperas, inteligente y brillante, pero engreído y prepotente que creía tener a todo el mundo a su disposición.
-Algún día me dirás que sí- dijo todavía sonriendo- Es hora de irse a casa ¿Quieres que te lleve?
-No gracias, a mis veintinueve años creo ser capaz de cuidarme yo sola- contestó Amy arqueando las cejas.
-Está bien, hasta esta tarde, entonces.
Miller le guiñó un ojo, lo que irritó a Amy todavía más y se alejó a recoger sus cosas.
Amy puso los ojos en blanco y empezó a leer acerca del interrogatorio. Quedó enormemente sorprendida al darse cuenta de a quién debían interrogar.

21 jul 2011

Capítulo 2

Comenzó a andar sin echar la vista atrás en ningún momento, adentrándose en un bosque que, a simple vista, no parecía muy espeso. Poco a poco, fue aligerando el paso, intentando alejarse lo más rápido posible de aquel lugar.
Encontró un pequeño claro, con hierba esponjosa, en la que poder sentarse y descansar un poco. Lo hizo, y apoyó la cabeza contra el tronco de una gran secuoya. La imagen del cadáver no se le borraba de la mente, no podía recordar nada, se sentía frustrado. Estaba absorto en sus pensamientos, sin embargo tenía una extraña sensación. Se sentía observado. Miró a su alrededor y le pareció ver a alguien observándolo a través de un arbusto, sin embargo estaba anocheciendo y la visibilidad en esa área del bosque era escasa. El corazón le dió un vuelco ¿Qué pensaría la gente si lo vieran solo en un bosque con la ropa manchada de sangre?

-¿Hola?- dijo con voz temblorosa y deseando que solo fueran imaginaciones suyas.
No obtuvo respuesta. Se frotó los ojos angustiado y volvió a mirar en dirección al arbusto. El rostro de aquella persona ya no estaba. Probablemente su imaginación le había jugado una mala pasada.
Michael sabía que no podía pasar la noche en el bosque. Había muchos animales peligrosos, y además, la temperatura descendería demasiado. No quería volver a Neverland, no ese día. Sólo quería recordar. Decidió buscar un refugio en el que poder dormir. Se volvió a adentrar en el bosque, con ahora más dificultad en la visión, debido a la falta de claridad.

Tras casi una hora de búsqueda, encontró una pequeña casa hecha de madera, aparentemente abandonada, aunque bastante acogedora. Entró dentro sin ningún tipo de esfuerzo, ya que la puerta estaba entreabierta. La volvió a cerrar tras de si, sin darse cuenta, de que dentro no había ningún tipo de iluminación. Tanteó la pared con las manos, hasta que encontró una cortina, tras la cual, había una ventana. La corrió pero no sirvió de mucho, puesto que ya era prácticamente de noche. Definitivamente, desde fuera la casa parecía más grande. Estaba compuesta simplemente, por una habitación, y en una de las esquinas, un pequeño baño, con una ducha sin mampara, un lavabo de color verde y un pequeño W.C. En el centro de la estancia, había una gran mesa de madera maciza, acompañada por tres sillas y un pequeño taburete, al parecer tallado a mano. En una esquina de la estancia se encontraba un sofá viejo y estropeado.Todo estaba cubierto de polvo, lo que convenció a Michael de que nadie ocupaba aquella casa.

-No está mal, aunque le hace falta una limpieza -se dijo Michael mientras que dejaba el sombrero encima de la mesa y se colgaba las gafas de sol del cuello de la camisa.

Un poco después se dio cuenta de que en una de las paredes había una chimenea. En ese momento volvió a ser consciente de que por la noche la temperatura descendería unos cuantos grados, además de que la casa no disponía de energía eléctrica para iluminarla, así que decidió salir fuera, por si encontraba alguna rama que poder echar al fuego. Pero se dio cuenta de que ya no había claridad y tuvo que recurrir al pequeño taburete. Cogió un sucio paquete de cerillas que había en la repisa de la chimenea. Por suerte para él, todavía le quedaban unas cuantas. Suficientes para encender el fuego, sentarse frente a él e intentar recordar lo que había pasado esa tarde.

Después de un rato intentando prender fuego, lo consiguió. La estancia se iluminó. Lo primero que hizo fue quitarse la camisa ensangrentada, quedándose con su camiseta blanca de manga corta puesta. A continuación la echó al fuego y observó como ésta bailaba entre las llamas y finalmente se convertía en un montón de cenizas.
Recordaba su nombre, su dirección y a qué se dedicaba. Recordaba con todo detalle su vida entera. Sin embargo no podía recordar lo que había pasado aquella tarde y por qué había sucedido ¿A qué se debía?
Al día siguiente volvería a casa, sólo necesitaba pensar un rato. Nadie lo había visto, nadie sabía lo que había pasado aquella tarde. No tenía ningún motivo para quedarse allí.
Pensando y pensando, finalmente se quedó dormido en el suelo sin darse cuenta.

19 jul 2011

Capítulo 1

15 de Octubre 1992

Michael abrió los ojos lentamente. Los fijó en lo que parecía un techo blanco, tenía la vista nublada. Se incorporó un poco y parpadeó varias veces hasta que consiguió vislumbrar la habitación con más nitidez, pese a que estaba casi sumida en la oscuridad. Le dolía la cabeza y se sentía mareado ¿Dónde se encontraba? Algunos rayos de luz anaranjada se filtraban a través de la cortina oscura de un enorme ventanal. Podía distinguir unos metros más allá un bulto en el suelo, parecía una persona.
Se levantó con dificultad y al hacerlo un pesado objeto cayó desde el bolsillo de su camisa al suelo. Se agachó para recogerlo y comprobó que se trataba de un revólver. Lo volvió a dejar caer horrorizado ¿Por qué tenía un arma en el bolsillo? ¿Dónde estaba? No lo recordaba. Retrocedió asustado chocando con algunos muebles hasta que cayó que bruces al suelo. Cayó sobre un líquido oscuro que no supo indentificar en la oscuridad, justo al lado de aquel bulto, el cual le pareció que era un hombre tumbado boca arriba. Muerto de miedo, corrió al otro lado de la estancia, casi resbalando debido al húmedo suelo y rezando porque aquel hombre no estuviera muerto, y corrió la cortina del ventanal con un manotazo. La estancia quedó completamente iluminada con la luz del crepúsculo. Observó atónito el líquido rojo oscuro que cubría sus manos, su camisa y parte de la cortina que había tocado. En el centro de la habitación un hombre corpulento yacía sobre un extenso charco de sangre.

-¿Está usted bien?- susurró Michael con voz temblorosa.
No obtuvo respuesta. Se acerco y observó varios orificios, aparentemente de bala, en el pecho de dicho hombre. Estaba pálido como la muerte y mantenía los ojos abiertos. Sin embargo, no cabía duda: estaba muerto.

¿Por qué no recordaba nada de lo que había pasado? ¿Quién era ese hombre? ¿Lo había matado él? Si lo había hecho ¿Cuál era el motivo? Todas esas preguntas se le amontonaban en la cabeza, el simple hecho de pensarlo le provocó una arcada. Hizo un esfuerzo por no vomitar y recorrió la vivienda, que no era muy grande, hasta que encontró un cuarto de baño. Comenzó a lavarse las manos, casi no era consciente de lo que hacía. Le temblaba el labio y tenía la sensación de que de un momento a otro se echaría a llorar. Intentó en vano eliminar la sangre de su camisa blanca.

-Vamos, Michael, concéntrate y piensa- se dijo a sí mismo pasándose la mano por el cabello rizado y mirándose en el espejo. Su asustado reflejo le devolvió la mirada. Seguía sin acordarse.

Volvió a la estancia donde se encontraba el cadáver. Observó toda la habitación detenidamente, pero los recuerdos no llegaban. En ese momento no sabía qué hacer ¿Debía llamar a la policía o desentenderse del problema? Lo único que quería era salir de allí cuanto antes. Localizó su sombrero fedora en el suelo así como sus gafas de sol. Se colocó el sombrero y las gafas con manos temblorosas y recogió el revólver del suelo introduciéndolo en el bolsillo de su pantalón negro. Se apresuró a abrir la puerta y marcharse, dejando tras de si huellas de sangre en el suelo.