14 sept 2011

Capítulo 13

El despertador resonó por toda la habitación. Amy gruñó y lo apagó de un manotazo. Se levantó de la cama sin ganas y se vistió casi inconscientemente. Salió de la habitación frotándose los ojos y vió a Michael saliendo del cuarto de baño con su pijama rojo y cara de sueño. Amy se sobresaltó, había olvidado que Michael estaba allí. Éste bostezó y le hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo. A Amy le hubiera parecido graciosa la escena de no ser por la gravedad de la situación. Michael no estaba en su casa precisamente para pasar unas vacaciones.
-¿Qué haces despierto a estas horas?- le pregunto Amy mientras lo seguía hasta el salón- Apenas son las siete de la mañana.
-También tú estás despierta ¿Vas a trabajar?
Amy asintió mientras que volvía al cuarto de baño a lavarse la cara y los dientes. Frunció el ceño al observar que en el vaso de cristal donde estaban su cepillo y pasta de dientes había otro cepillo, seguramente el de Michael. Además estaba peligrosamente al lado de el suyo, lo que la sacó de sus casillas. Sin entender por qué, se sintió amenazada. Cogió el cepillo extraño y salió del cuarto de baño. Entró en el salón donde estaba Michael sentado en el sofá, todavía en pijama, observando toda la habitación con devoción.
-¿Que es esto?- preguntó ella bruscamente blandiendo el cepillo de dientes delante de su cara.
Michael dio un respingo y parpadeó perplejo mirando la cara molesta de Amy.
-¿Mi cepillo de dientes, tal vez?- dijo él arqueando las cejas.
-¿Has usado mi pasta de dientes?- volvió a preguntar indignada.
-¿Tiene algo de malo?- dijo Michael confuso. Volvió a pestañear y fijó sus ojos oscuros e inocentes en los de Amy haciendo que esta se ruborizara.
-¡No toques mis cosas!- dijo ella enfadada al notar que su cara ardía. Le tendió el cepillo a Michael y este lo tomó molesto.
-Vaya, lo siento Doña Perfecta- dijo mientras guardaba el objeto en su mochila- Puedes estar tranquila, no volveré a tocar nada tuyo.
Amy se ruborizó aun más. Quizás estaba exagerando. Quizás simplemente le tenía miedo a Michael ¿Debería? No lo sabía, apenas le conocía pero había descubierto una cosa: que le era imposible decirle que no ¿Por qué?
Amy regresó al cuarto de baño y al cabo de un rato volvió al salón. Cogió su bolso y mientras comprobaba que no le faltaba nada, dijo:
 -Supongo que no hará falta que te lo diga, pero no abras la puerta a nadie ni contestes al teléfono en mi ausencia.
-No, mamá- bromeó Michael que no parecía ya molesto por la reprimenda de Amy.
Amy no pudó evitar sentirse un poco culpable. Sin embargo no se disculpó, se dió la vuelta y se dispusó a irse cuando la voz de Michael a su espalda la detuvo.
-¿Tienes planes para esta tarde?- dijo él tímidamente.
-¿Por qué?- dijo Amy desconcertada dandose la vuelta.
-Había pensado que si me llevaras a la escena del crimen los recuerdos quizás vuelvan a mi cabeza- dijo él seriamente.
Amy se ruborizó un poco, por un momento había pensado...
-No sé si es buena idea, alguien podría verte conmigo y...
-Oh, vamos- la interrumpió Michael- Nadie me reconoció cuando te llevé al hospital ¿Por qué ha de ser distinto esta vez?
-No sé si tendré que quedarme hasta tarde trabajando, así que no te prometo nada- dijo Amy malhumorada- ¿Has recordado algo por ahora?
La respuesta era sí. Había recordado el principio. Y tenía miedo de lo que había recordado. Todo había empezado con los problemas en su economía, sí, había derrochado demasiado dinero y estaba casi en la ruina. Había pensado en pedir un préstamo al banco pero ¿Podía alguien asegurarle que nadie vendería la historia a la prensa? Evidentemente no, y había cometido una insentatez. Había pedido ayuda a quién no debía y ahora estaba metido en un buen lío. Pero no debía contarle nada a Amy hasta estar seguro.
-No- mintió.
-Está bien- dijo Amy suspirando- Te veo luego.
A continuación cerró la puerta dejando a Michael solo en su casa.

-Eh preciosa, siento lo de anoche.
Amy dió un respingo y levantó la cabeza de unos documentos que estaba leyendo.
-Miller, te tengo dicho que toques a la puerta antes de entrar- dijo Amy malhumorada mientras observaba a Miller acercarse a su escritorio.
-Alguien se ha levantado con el pie izquierdo esta mañana- dijo divertido.
-¿Vienes por algo en especial?- dijo ella suspirando, intentado ser lo más amable posible.
-No, solo quería saludarte y disculparme ¿Qué haces?- dijo mientras observaba los papeles que había esparcidos por la mesa.
-Carpenter me ha pedido que revise un caso de robo- dijo ella despreocupadamente- Por cierto, ¿Sabes algo del arma que encontramos en casa del señor Jackson?
Miller frunció el ceño, lo que hizo que Amy se pusiera nerviosa.
-No, no sé nada, todavía no tienen los resultados. Están muy ocupados ultimamente en el laboratorio, supongo que los asesinatos y accidentes de pobres e inocentes civiles tienen más importancia que el de un mafioso. Sinceramente, quién quiera que sea el asesino, le ha hecho un gran favor a la policía- dijo Miller y soltó una carcajada.
-También les ha hecho un favor a otras mafias, supongo- dijo Amy poniendo una mueca.

A la hora del almuerzo, Amy ya había terminado el trabajo que le había encomendado el inspector Carpenter. Guardó todos los folios en su correspondiente carpeta y se dirigió al ascensor para subir a la planta en donde se encontraba el despacho de Carpenter. Tocó a la puerta y como nadie acudió a abrirla, optó por entrar por ella misma. No había nadie en el despacho, probablemente el inspector estaría comiendo o bien su turno había terminado. Dejo la carpeta encima del escritorio y dejó la habitación. Cuando se dirigió al ascensor pasó por delante del laboratorio. Se detuvo. Repentinamente tuvo el impulso de echar un vistazo a su interior. Se acercó y miró a través de la puerta de cristal, no había nadie, lógico, considerando que era la hora del almuerzo. Abrió la puerta y entró sigilosamente ¿Qué estaba haciendo? Recorrió con la mirada toda la estancia hasta que sus ojos se posaron en una estantería donde descansaban un montón de cajas. Se acercó y observó las etiquetas que había en cada una. Cuando vio una en la que rezaba "Nicholas Corozzo" la cogió y la puso encima de una mesa. Después de rebuscar entre un montón de objetos cuidadosamente envueltos en plástico, encontró lo que estaba buscando. Tomó la bolsa de plástico que contenía el arma y la metió rápidamente en su bolso. Después dejó la caja en su sitio y se apresuró a salir de allí. Su turno acababa a la hora de comer, era hora de volver a casa. Volvió a la primera planta y salió del edificio, como de costumbre, como si todo fuera bien. Fue al llegar al coche cuando pensó por qué lo había hecho ¿Por qué?

1 comentario:

  1. Bonita Pagina si podes dar una vuelta en escribo una novela de mi MJ <3
    http://themjacksonking.blogspot.mx/

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